jueves, 28 de mayo de 2009

"El anillo del Rey"

Me topé con ésto de una manera o de otra y quise postearlo para releerlo si es necesario
en algun futuro próximo.

No tiene que ver con la vida en Canadá, pero sí con la vida en sí:


"El anillo del Rey"


Hubo una vez un rey que dijo a los sabios de la corte:

- Me estoy fabricando un precioso anillo.
Quiero guardar oculto dentro del anillo algún mensaje que pueda ayudarme en momentos de desesperación total, y que ayude a mis herederos, y a los herederos de mis herederos, para siempre.
Tiene que ser un mensaje pequeño, de manera que quepa inscrito alrededor.

Todos quienes escucharon eran sabios, grandes eruditos; podrían haber escrito grandes tratados,
Pensaron, buscaron en sus libros, pero no podían encontrar una frase tan pequeña que contuviera
un mensaje poderosamente sabio.

El rey tenía un anciano sirviente que también había sido sirviente de su padre.
La madre del rey murió pronto y este sirviente cuidó de él.
El rey sentía un inmenso respeto por el anciano, de modo que decidió preguntarle.

Y éste le dijo:

-No soy un sabio, ni un erudito, ni un académico, pero conozco el mensaje.
Esto me lo dió un gran sabio que pasó por el reino hace años: el anciano se lo escribió en un diminuto papel, lo dobló y se lo dio al rey -.
Pero no lo leas! – le dijo – mantenlo escondido en el anillo.
Ábrelo sólo cuando todo lo demás haya fracasado, cuando no encuentres salida a la situación -

Ese momento no tardó en llegar. El país fue invadido y el rey perdió el reino.
Estaba huyendo en su caballo para salvar la vida, y sus enemigos lo perseguían.
Estaba solo y los perseguidores eran numerosos. Llegó a un lugar donde el camino se acababa, no había salida: enfrente había un precipicio y un profundo valle; caer por él sería el fin. No podía seguir hacia adelante y no había ningún otro camino…

De repente, se acordó del anillo. Lo abrió, sacó el papel y allí encontró un pequeño mensaje tremendamente valioso:
Simplemente decía: “ESTO TAMBIÉN PASARÁ”.

Mientras leía “ESTO TAMBIÉN PASARÁ” sintió que se cernía sobre él un gran silencio.

Los enemigos que le perseguían debían haberse perdido en el bosque, o debían haberse equivocado de camino, pero lo cierto es que poco a poco dejó de escuchar el trote de los caballos.

Aquellas palabras habían resultado milagrosas. Dobló el papel, volvió a ponerlo en el anillo, reunió a sus ejércitos y reconquistó el reino. Y el día que entraba de nuevo victorioso en la capital hubo una gran celebración con música, bailes… Y el Rey mandó grabar en el anillo de oro, el sabio mensaje.

El anciano estaba a su lado en el carro y le dijo:

- Este momento también es adecuado: vuelve a mirar el mensaje.

- ¿ Qué quieres decir? – preguntó el rey -. Ahora estoy victorioso, la gente celebra mi vuelta, no estoy desesperado, no me encuentro en una situación sin salida.

- Escucha, – dijo el anciano – este mensaje no es sólo para situaciones desesperadas; también es para situaciones placenteras. No es sólo para cuando estás derrotado; también es para cuando te sientes victorioso. No es sólo para cuando eres el último; también es para cuando eres el primero.

El rey miró anillo y leyó el mensaje: “ESTO TAMBIÉN PASARÁ”, y nuevamente sintió la misma paz, el mismo silencio, en medio de la muchedumbre que celebraba y bailaba, pero el orgullo, el ego, habían desaparecido.
El rey pudo terminar de comprender el mensaje.
Se había iluminado.

Entonces el anciano le dijo:

- Recuerda que todo pasa. Ninguna cosa ni ninguna emoción son permanentes.

Como el día y la noche, hay momentos de alegría y momentos de tristeza.

Acéptalos como parte de la dualidad de la naturaleza porque son la naturaleza misma de las cosas...

No hay comentarios:

Publicar un comentario